martes, 28 de diciembre de 2010

Desahogándome (24)

Tuve un sueño, soñé que un hombre tenía un jardín, al principio sólo una flor triste había en una maceta, él no le prestaba mucha atención, a una flor en una maceta. esta flor que a punto estuvo de perder, pues el sol dejo de mimarla contagiado de su desidia. Este hombre no supo lo que era el dolor hasta que no la vio triste y marchita, ya pensaba que no volvería a ver su belleza . Su amiga la luna, tras largas noches de llanto y súplicas, habló con el sol. Éste decidió bañarla con toda su luz dándole vida a su tan querida flor, pero con una condición, le dijo, nunca más la dejaría descuidada y construiría para ella un hermoso jardín, nunca la dejaría, puesto que lo que ella necesitaba era su presencia y todo su amor.
La luna conmovida de verle día y noche susurrándole a sus hermosos pétalos y preocupada pq era lo único que ocupaba su tiempo ,le decía que no podía pasar así el tiempo, él no era una flor como ella , era un hombre. Maldito destino pensaba que no podía dedicarle mi vida. De tanto amor que le dío, de esta flor nacieron más flores, el hombre no podía creer su dicha, tenía tres preciosas flores a las que amar, a todas horas las cuidó, hasta el último aliento de vida entregó,era una familia inusual, un hombre y sus flores. Ya siendo anciano, e increíblemente todavía con la compañía de sus flores, de las que otras habían brotado, hasta tener un precioso jardín, llegó la hora en la que no pudo seguir cuidándolas, su hora había llegado, una última voluntad le fue concedida, ser enterrado al lado de su adorado jardín, junto a sus flores.
La luna, que no podía permitir un desenlace así, baño con fuerza sus rayos de luna sobre la tumba del anciano. Fue así que junto a la primera flor, esa que a punto estuvo de perecer, brotó entrelazada a su tallo otra flor, una distinta que por la noche recibía los rayos de luna para compartir con su flor que por el día compartía toda la calidez que el sol le brindaba. Y así es que pasó el tiempo ,el mundo cambió , quien sabe hasta que punto, y ese jardín continuó creciendo, unas flores llegaron, otras por desgracia partieron, pero las dos flores entrelazadas, que por la noche una brillaba para por el día la otra cuidara, lucieron hermosas por siglos, junto a todas esas flores que ellas originaron.

Luego desperté y al ver, por desgracia, mi cama vacía,
supe lo que verdaderamente es importante en la vida.

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